No es posible seguir ignorando el valor de
nuestra aportación técnica a la sociedad. Y mucho menos, mantener la tendencia
a su continua depreciación frente al ataque de otros gremios y profesiones
concurrentes. Se deben estimular el conocimiento del coste del trabajo
profesional y la difusión de una mayor calidad y eficiencia en las prácticas
empresariales ligadas a la arquitectura y el urbanismo, a los efectos de
recuperar la credibilidad del arquitecto
ante la sociedad y recuperar el amor por nuestro oficio y profesión. También
hay que potenciar el valor de las distintas Agrupaciones Colegiales
(Urbanistas, Patrimonio, Peritos), para conseguir que sean auténticos órganos
consultivos de la Demarcación gracias a su mayor especialización en los temas
de su competencia.
Por lo tanto debemos explicar a la sociedad,
nuestro trabajo y nuestro perfil de profesionales independientes a su servicio.
Para ello, habrá que potenciar las redes sociales, donde de manera didáctica
hemos de explicar la importancia de nuestra contribución a una sociedad
desarrollada. Además estos medios deben servir de escaparate para exponer
muestras destacadas de nuestra arquitectura y el valor añadido que se obtiene
al contar con un arquitecto.
Debemos garantizar el escrupuloso
cumplimiento de nuestras normas deontológicas, por muy dramática que sea la
situación, no todo vale. El cambio debe empezar por nosotros mismos si queremos
transmitir nuestros valores, hemos de ser fieles a ellos.
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